Lo que no se ve, también sostiene

El valor invisible del sistema familiar

Cada familia está sostenida por fuerzas silenciosas que la acompañan y organizan la vida cotidiana. No siempre se ven, no se nombran con frecuencia, pero están ahí: en los gestos, en los vínculos tejidos con el tiempo, en los silencios y también en las ausencias.

La familia es un sistema vivo en constante transformación. Cuando cada integrante hace o deja de hacer algo, todo el sistema se mueve, se adapta, a veces se quiebra y otras veces se fortalece. Cada persona está sostenida por un entramado invisible y profundo, conectado con otras generaciones a través de su propia historia, heridas y también de sus virtudes.

A menudo lo que más pesa no es lo evidente, sino aquello que se calla, se esconde o simplemente no se alcanza a mirar. Y al mismo tiempo, lo que más sostiene suele ser lo discreto: una presencia fiel, una memoria compartida, un gesto simple que se repite con amor.

El bienestar individual no es un camino aislado: está íntimamente ligado al equilibrio y a la consciencia del sistema familiar. Mirar con profundidad y gratitud nos permite reconocer lo recibido, resignificar lo que duele y abrir caminos más libres y compasivos para nosotros y quienes vienen después.

Reyna Domínguez O.

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